El Australopithecus no era muy diferente a nosotros. Como los humanos, caminaba erguido, lo que le permitía mirar a los ojos a los otros de su clase, y por lo tanto, coquetear haciendo guiños. Su cerebro era un tercio del tamaño del de un humano actual, aunque en este sentido soy de la idea de que aún hoy hay muchos ejemplares de Australopithecus entre nosotros. El Australopithecus vivía en árboles y se alimentaba de hojas y frutas. Sentía pavor ante lo desconocido, llámese eclipses, truenos, relámpagos, vaya usted a saber qué más. Afortunadamente hoy tenemos la religión, que nos quita la angustia que provoca lo inexplicable. Dicho esto, no existe evidencia de que el Australopithecus haya asistido a misa los domingos, o sus crías a clases de catecismo.
De lo que sí hay sospecha por
parte de los expertos es que el Australopithecus fabricara herramientas a base
de huesos. Digo sospecha porque es algo de lo que no podemos estar del todo
seguros ya que a ningún Australopithecus se le ocurrió morirse con su herramienta de huesos a la mano, para ser fosilizado con ella.
Como ven, el Australopithecus
no era muy distintos a nosotros: iba por la vida con su herramienta-de-hueso en la
mano, mientras nosotros lo hacemos con nuestros teléfonos celulares.
29/01/2022
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