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sábado, 29 de enero de 2022

El Australopithecus

El Australopithecus no era muy diferente a nosotros. Como los humanos, caminaba erguido, lo que le permitía mirar a los ojos a los otros de su clase, y por lo tanto, coquetear haciendo guiños de ojo. Su cerebro era un tercio del tamaño del de un humano actual, aunque en este sentido soy de la idea de que aún hoy hay muchos ejemplares de Australopithecus entre nosotros. El Australopithecus vivía en árboles y se alimentaba de hojas y frutas. Sentía pavor ante lo desconocido, llámese eclipses, truenos, relámpagos, vaya usted a saber qué más. Afortunadamente hoy tenemos la religión, que nos quita la angustia que provoca lo inexplicable. Dicho esto, no existe evidencia de que el Australopithecus haya asistido a misa los domingos, o sus crías a clases de catecismo.

De lo que sí hay sospecha por parte de los expertos es que el Australopithecus fabricara herramientas a base de huesos. Digo sospecha porque es algo de lo que no podemos estar del todo seguros ya que a ningún Australopithecus se le ocurrió morirse con su herramienta de huesos a la mano, para ser fosilizado con ella.

Como ven, el Australopithecus no era muy distintos a nosotros: iba por la vida con su herramienta-de-hueso en la mano, mientras nosotros lo hacemos con nuestros teléfonos celulares.


29/01/2022


martes, 4 de enero de 2022

Si yo regresara

Soy un completo descreído de una supervivencia de algo nuestro, después de la muerte. Sin embargo, últimamente he pensado que me gustaría reencarnar. Así que estoy averiguando a qué credo afiliarme, para gozar de la promesa de una futura restitución a esta tierra. No tengo preferencias sobre el credo que ofrezca a sus seguidores un regreso asegurado. Eso sí, no quiero nada con los budistas, pues estos están convencidos de que sus ancestros regresan como gusanos, y yo lo que quiero es sacar el mayor provecho a mi inversión. Por ejemplo, volver como un mocoso de un acomodado hogar en Silicon Valley, o en Shenzhen, para estar más en la onda esa de que el futuro le pertenece a Asia. O por último, si es necesario regresar como animal, reencarnarme en una cucaracha, pues en caso de un Armagedón nuclear estas serían de los pocos animales que quedarían con vida.

04/01/2022


domingo, 2 de enero de 2022

El fin del mundo

El fin del mundo se acerca, me dice mi madre, una mujer muy religiosa. No he querido discutir con ella, pero el fin del mundo ya pasó antes; como cuando el meteorito del cráter Chicxulub acabó con tres cuartas partes de las plantas y animales del planeta. ¡Pobres dinosaurios!... debieron estar por allí, haciendo gimnasia, jugando backgammon o en la hora del té, cuando ¡zas!, aquella bola de fuego irrumpió en la atmósfera y fue a dar a la mismísima Península de Yucatán. Y eso fue todo. No hubo más preocupaciones…ni por los episodios de gota del Rex por comer demasiada carne, o los problemas con la bebida del Brontosaurio, o las cavilaciones del Terodáctilo sobre el sentido de la vida. Todo acabó en un plis-plas. Como pasaría ahora, si cae otro meteorito, o sin ser tan cinematográficos, si de China viniera una pandemia fulminante a la que no pudiéramos controlar aún con toda nuestra ciencia.


02/01/2022