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martes, 19 de septiembre de 2023

Zeus el temperamental

Su paciencia se agotó. Se cansó de lo que él consideraba una burla para Grecia, con promesas falsas de rescate económico.


Así, una estrellada noche de verano tomó un vuelo Atenas – Fráncfort en Aegean Airlines. Su misión era hablar con la mismísima Christine Legard, la del Banco Central Europeo (BCE). Al principio pensó en ir desnudo, no se sabe si para enviar un mensaje a los de Bruselas, o para impresionar a la Legarde, pero luego alguien le hizo notar lo poco prudente de ir en pelotas a Alemania. Puesto que tenía que vestirse, eligió un traje Herr von Eden, a diferencia del Brioni que normalmente usa para los cientos de bautizos a los que asiste como padrino en Grecia durante todo el año.


Lo recibió de Guindos, el vicepresidente del banco (las malas lenguas dicen que la Legarde andaba por Nicosia, buscando cómo endeudar más a Chipre). Ante la presencia de tan ilustre visitante en las oficinas del banco, de Guindos invitó al gran Zeus a almorzar en su despacho. No estando la presidenta del banco, que era con quien le interesaba hablar, Zeus aceptó la invitación, no de muy buena gana. Su ánimo no mejoró durante el almuerzo, pues el vicepresidente del BCE, fanático del Atlético de Madrid, le recordó al dios de dioses sobre las siete victorias históricas de su equipo sobre cuadros griegos, especialmente ante el Olimpiacos, equipo del que Zeus era presidente vitalicio.


Zeus se levantó intempestivamente y dejó las oficinas en el número 20 de la Sonnemannstrasse.


Se dice en Atenas que Zeus anda muy molesto, y no se le quita de la cabeza la idea de mandar una tormenta de nieve a finales del verano sobre Berlín, Hamburgo y Múnich…y hacer descender al Atlético a segunda. 

 

19.09.2023


sábado, 16 de septiembre de 2023

El físico y la bailarina de ballet

El Dr. David Salek se despidió de sus colegas en el Max Planck para unirse a ALBA, el acelerador de partículas de Cerdanyola del Vallès, en Barcelona. Muchos de sus colegas pensaban que no era una buena decisión, pero sus compatriotas del Instituto Weizmann lo habían convencido de unirse al equipo del Weizmann que estudiaba los mecanismos de acción de la quinolina en ALBA.

La imaginación de Susana Dudaev había estado cautivada desde que era niña por las imágenes del mar Mediterráneo. Cuando una de sus antiguas compañeras de clase de la Academia de Ballet Vagánova le habló de la oportunidad de trabajar en el Ballet de Barcelona, Susana no lo pensó dos veces e hizo las maletas.

Ese día, en el espectáculo Chronos, David Salek no pudo evitar fijarse en la bailarina rubia que se movía por el escenario con la ligereza de un fotón en el sincrotrón. Al final del espectáculo, Yegveny Shirkov, un colega de ALBA, le presentó a Susana.

Los viernes por la tarde, David Salek corría a Barcelona para ver a Susana. En su compañía su mundo se iluminaba, porque aunque seguía pensando que el universo era escurridizo, con ella había aprendido que gracias al arte su universo particular podía tener sentido.