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viernes, 28 de abril de 2023

Psicoterapia psicodélica

No estaba muy seguro pero ella me convenció. Así que llamé al número de teléfono que me facilitó y agendé la cita. La señorita al otro lado de la línea me dio una lista de indicaciones a tener en cuenta para el antes y el después, tan larga como el papel para la compra que las señoras dan a sus esposos.

¿Que por qué quería hacer esto? Pues pensaba que tal vez, hurgando en mi inconsciente, podía destrabar aquello que me producía el miedo a volar.

Luego del sahumerio preparatorio de rigor, ingerí los hongos atropelladamente. De allí en adelante empezó una experiencia como nunca antes había tenido. Recorrí la Vía Láctea en un chasquido de dedos, pasando unos cuantos ovnis en el camino, tanto a la ida como a la vuelta. Ya de regreso a esta más agreste realidad, me pude ver desde fuera de mí, percatándome de cuánto había avanzado la calvicie en la coronilla en los últimos años.

Después de este primer guiño con la realidad alterada, una voz que se identificó como terapeuta me guió en un proceso de regresión, afortunadamente solo de esta vida, asunto en el que avancé hasta estar a dos palmos de volver a la matriz.

Todo hubiese terminado de perlas, a no ser porque el proceso de regresión activó otras fobias, a saber hasta este momento, miedo a los espacios abiertos, miedo a los espacios cerrados, miedo a las arañas, y finalmente, turofobia, que no es otra cosa que fobia el queso, y en mi caso particular, especialmente al que tiene muchos huequitos.

Dicen por allí que todo lo que nos pasa tiene una razón de ser. Este dicho no me termina de convencer. El caso es que una vez curado mi miedo irracional a volar, pero con tres nuevas fobias a cuestas, el próximo lunes vuelvo a terapia con el Dr. Abravanel.

jueves, 13 de abril de 2023

Ramesh Kumar, the sage of the spicy lentils

Ramesh Kumar's life was comfortable. Things were going well with Sukuna, his wife, as well as with his children at school, and business was not bad, although it was becoming increasingly difficult for small businesses in Calcutta.

The unrest first appeared one day in August, around the Independence Day festivities. A growing feeling of void, of dissatisfaction, began to invade him. He sought solace in reading the holy scriptures, but without success.

As the discomfort became greater with the passing of the days, he began to meditate. Thus, at night, when the others went to sleep, Ramesh would meditate in the living room, sitting on the floor.

One Sunday morning Sukuna found Ramesh in the living room, in a meditative position. He had a lost sight, with his pupils dilated. Dr. Lahiri, the family physician, told Sukuna that Ramesh was going through a trance, similar to those experienced by hermit sages. Sukuna, a very religious woman, then built an altar at her husband's feet.

The neighbors began to arrive at night, with floral offerings, to pray in the presence of the new saint of the neighborhood.

At the end of the year, for the Festival of Lights, and the day of celebration of Lashkimi, the goddess of wealth, Ramesh recovered conciousness. After hugging his wife and children, he ate a whole pot of lentil soup, which Sukuna made for him.


Translated from Spanish by S. Palomeque

Eva and I

 I couldn't stand the boredom anymore. I was about to run away, just like that fellow at the New Zealand National Aquarium did. But then she arrived; the very incarnation of Diana the Huntress, the Goddess of the Woods: athletic, tanned skin, and hair the color of sunshine.

Eva was doing her doctorate in Marine Biology, with a research on the intelligence of cephalopods. When we met, the interaction with was almost non-existent, limiting herself to swimming around me in the pond, observing me carefully all the time. Then we started comunicating each other through sign language, and after that playing chess, which I had already learned by watching my caregiver play it.

The tango thing was love at first sight, or at first hearing, properly speaking. So, that day when Eva got into the pond while music by Piazzola was playing, I could not contain myself, and leaving all manners, I approached her, placed two of my arms on her shoulders, another two on her hips, and I started to dance.

People say that octopuses have no rhythm. I disagree. And well, now Eva and I also dance chachachá.


Translated from Spanish by S. Palomeque

sábado, 8 de abril de 2023

The physicist, the ballet dancer and the particles accelerator

Dr. David Salek said goodbye to his colleagues at the Max Planck's, to join ALBA, the particles accelerator at Cerdanyola del Vallès, Barcelona. Many of his colleagues thought this was not a smart move, but his compatriots from the Weizman Institute had convinced him to join the Weizman's team studying the mechanisms of action of quinoline at ALBA.

Susana Dudaev's imagination had been captivated since she was a child by images of the Mediterranean Sea. When one of her former classmates from the Vagánova Ballet Academy told her about the opportunity to work at the Barcelona Ballet, Susana did not think twice and packed her bags.

That day, at the Chronos show, David Salek couldn't help but notice the blonde dancer who moved across the stage as lightly as a photon in the synchrotron. At the end of the show, Yegveny Shirkov, a colleague from ALBA, introduced him to Susana.

On Friday afternoons, David Salek would rush to Barcelona to see Susana. In her company his world lit up, because even though he still thought the universe was elusive, with her he had learned that thanks to art his particular universe could make sense.

08/04/2023


viernes, 7 de abril de 2023

Ramesh Kumar, el sabio de las lentejas picantes

La vida de Ramesh Kumar transcurría sin mayores preocupaciones. Las cosas marchaban bien con Sukuna, su mujer, sus hijos lo hacían bien en el colegio, y el negocio no iba mal, aunque cada vez era más difícil para los pequeños comercios en Calcuta.

El malestar apareció por primera vez un día de agosto, cerca de las festividades por el Día de la Independencia. Una creciente sensación de vacío, de insatisfacción, lo empezó a invadir. Buscó consuelo en la lectura de las escrituras sagradas, pero sin éxito.

Como las molestias se hicieron mayores con el transcurrir de los días, empezó a meditar. Así, en las noches, cuando los demás se iban a dormir, Ramesh se quedaba meditando en la sala, sentado en el piso.

Un domingo por la mañana Sukuna encontró a Ramesh en la sala, en posición de meditación. Estaba ido, con sus pupilas dilatadas. El doctor Lahiri, el médico de la familia, le dijo a Sukuna que Ramesh estaba atravesando un trance, similar al que experimentaban los sabios ermitaños. Sukuna, una mujer muy religiosa, levantó entonces un altar a los pies de su marido.

Los vecinos empezaron a llegar por las noches, con ofrendas florales, para rezar en presencia del nuevo santo del vecindario.

A finales de año, para la Fiestas de las Luces, y el día de celebración de Lashkimi, la diosa de la riqueza, Ramesh volvió en sí. Luego de abrazar a su mujer y sus hijos, comió una olla entera de sopa de lentejas, que Sukuna preparó para él.

 

07/04/2023

 

domingo, 2 de abril de 2023

Eva y yo

Ya no soportaba más el aburrimiento. Estaba a punto de escaparme, como lo hiciera aquel colega del Acuario Nacional de Nueva Zelanda. Pero entonces llegó; la encarnación misma de Diana La Cazadora, la diosa de los bosques: atlética, de piel bronceada, y cabellos color rayo de sol.

Eva hacía su doctorado en Biología Marina, con un estudio sobre la inteligencia de los cefalópodos. Al principio la interacción con ella fue casi nula, limitándose ella a nadar a mi alrededor en el estanque, observándome con detenimiento todo el tiempo. Luego pasamos a ejercicios de comunicación con lenguaje a señas, y de allí a jugar ajedrez, el que yo ya había aprendido mirando a mi cuidador jugarlo.

Lo del tango fue amor a primera vista, o a primera escucha, hablando con propiedad. Tanto así que, aquel día cuando Eva se metió al estanque mientras sonaba música de Piazzola, no me pude contener, y dejando todas las formas, me acerqué a ella, coloqué dos de mis brazos en sus hombros, otros dos en sus caderas, y empecé a bailar.

Dicen que los pulpos no tenemos ritmo. No estoy de acuerdo. Y bueno, ahora Eva y yo también bailamos chachachá.

 

02/04/2023