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sábado, 16 de septiembre de 2023

El físico y la bailarina de ballet

El Dr. David Salek se despidió de sus colegas en el Max Planck para unirse a ALBA, el acelerador de partículas de Cerdanyola del Vallès, en Barcelona. Muchos de sus colegas pensaban que no era una buena decisión, pero sus compatriotas del Instituto Weizmann lo habían convencido de unirse al equipo del Weizmann que estudiaba los mecanismos de acción de la quinolina en ALBA.

La imaginación de Susana Dudaev había estado cautivada desde que era niña por las imágenes del mar Mediterráneo. Cuando una de sus antiguas compañeras de clase de la Academia de Ballet Vagánova le habló de la oportunidad de trabajar en el Ballet de Barcelona, Susana no lo pensó dos veces e hizo las maletas.

Ese día, en el espectáculo Chronos, David Salek no pudo evitar fijarse en la bailarina rubia que se movía por el escenario con la ligereza de un fotón en el sincrotrón. Al final del espectáculo, Yegveny Shirkov, un colega de ALBA, le presentó a Susana.

Los viernes por la tarde, David Salek corría a Barcelona para ver a Susana. En su compañía su mundo se iluminaba, porque aunque seguía pensando que el universo era escurridizo, con ella había aprendido que gracias al arte su universo particular podía tener sentido.


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